Curso e-Druida

SABER DE FARMA

Derechos y deberes de los pacientes

Emilio Monte Boquet

 

Los derechos de los pacientes están reconocidos como uno de los pilares básicos de las relaciones clínico-asistenciales, de modo que  casi todas las organizaciones internacionales con competencia en la materia (Naciones Unidas, UNESCO, Organización Mundial de la Salud, la Unión Europea o el Consejo de Europa) han demostrado gran interés por los mismos.

De hecho, durante las últimas décadas se han impulsado declaraciones o incluso se han promulgado normas jurídicas sobre aspectos genéricos o específicos relacionados con esta cuestión. Es de especial interés destacar el Convenio del Consejo de Europa para la protección de los derechos humanos y la dignidad del ser humano respecto de las aplicaciones de la biología y la medicina (convenio sobre los derechos del hombre y la biomedicina), suscrito en abril de 1997 y que entró en vigor en España el 1 de enero de 2000, ya que se trata del primer instrumento internacional con carácter jurídico vinculante para los países que lo suscriben.

Este convenio tiene gran relevancia puesto que establece un marco común para la protección de los derechos humanos y la dignidad humana en la aplicación de la biología y la medicina y trata explícitamente sobre la necesidad de reconocer los derechos de los pacientes, entre los cuales resaltan el derecho a la información, el consentimiento informado y la intimidad de la información relativa a la salud de las personas.

En España, la regulación del derecho a la protección de la salud, recogido en la Constitución, ha sido objeto de una regulación básica en el ámbito del Estado, a través de la Ley General de Sanidad de 1986. Posteriormente, la Ley básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica del año 2002 completa las previsiones que la Ley General de Sanidad enunció como principios generales.

 

 

 

Derechos de los pacientes

A partir de los documentos anteriormente citados y sin ánimo de hacer una revisión exhaustiva, podemos citar algunos derechos que tienen los pacientes en relación a sus tratamientos farmacológicos:

 

  • El paciente tiene derecho a la confidencialidad de toda la información relacionada con su tratamiento.

 

  • El paciente tiene derecho a recibir información completa y continuada, verbal y escrita, de todo lo relativo a su proceso, incluyendo diagnóstico, alternativas de tratamiento y sus riesgos y pronósticos, que será facilitada en un lenguaje comprensible. En caso de que el paciente no quiera o no pueda manifiestamente recibir dicha información, ésta deberá proporcionarse a los familiares o personas legalmente responsables.

 

  • El paciente tiene derecho a la libre determinación entre las opciones que le presente el responsable médico en su caso, siendo preciso su consentimiento expreso previo a cualquier actuación, excepto en los siguientes casos:
    • Cuando la urgencia no permita demoras.
    • Cuando el no seguir el tratamiento suponga un riesgo para la salud pública.
    • Cuando no esté capacitado para tomar decisiones, en cuyo caso el derecho corresponderá a sus familiares o personas legalmente responsables.

 

  • El paciente tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los casos señalados en el punto anterior.

 

  • El paciente tiene derecho a que quede constancia por escrito de todo su tratamiento en la historia clínica.

 

  • El paciente tiene derecho a que no se realicen en su persona investigaciones, experimentos o ensayos clínicos sin una adecuada información sobre métodos, riesgos y fines. Será imprescindible la autorización por escrito del paciente y la aceptación por parte del médico de los principios básicos y normas que establece la Declaración de Helsinki.

 

  • En actividades docentes se requerirá el consentimiento expreso del paciente.

 

  • El paciente tiene derecho al correcto funcionamiento de los servicios asistenciales y administrativos de modo que se garantice su asistencia farmacéutica.

 

  • El paciente tiene derecho a recibir cuanta información necesite o desee sobre su tratamiento de forma clara y comprensible.

 

Deberes de los pacientes

Los medicamentos constituyen un recurso de enorme valor que el sistema sanitario pone a disposición de la población. Como sociedad, tenemos un reto importante a la hora de garantizar la accesibilidad a los medicamentos de todas aquellas personas que puedan necesitarlos y evitar su utilización en aquellas en las que previsiblemente no vayan a ser de utilidad.

Sin embargo, este no es el único reto puesto que una vez se ha puesto el recurso a disposición del paciente, es necesario garantizar que éste hace un buen uso del mismo. En este sentido, también podemos citar algunos deberes que tienen los pacientes en relación a la utilización de medicamentos:

 

  • El paciente tiene el deber de conocer y colaborar en el cumplimiento de las normas e instrucciones establecidas en el ámbito de la atención sanitaria en general y de la prestación farmacéutica en particular.

 

  • El paciente tiene el deber de tratar con el máximo respeto al personal sanitario.

 

  • El paciente tiene el deber de firmar el documento de alta voluntaria en los casos de no aceptación de los métodos de tratamiento.

 

  • El paciente tiene el deber de responsabilizarse del uso adecuado de las prestaciones ofrecidas por el sistema sanitario, incluidas las prestaciones farmacéuticas.

 

  • Los pacientes o usuarios tienen el deber de facilitar los datos sobre su estado físico o sobre su salud de manera leal y verdadera, así como de colaborar en su obtención.

 

El paciente empoderado

Más allá de hablar de derechos y deberes, es muy importante que el paciente (y la población en general) sea consciente de que los medicamentos, si bien son de enorme valor para la prevención y curación de enfermedades y son útiles cuando se necesitan, si son mal utilizados pueden ser perjudiciales para su salud. De hecho, con un uso no adecuado, los medicamentos pueden perder efectividad e incluso ocasionar perjuicios importantes. Por tanto, más allá de las repercusiones (clínicas y económicas) que pueda tener a nivel de sistema sanitario, es el propio paciente el mayor beneficiado de una buena utilización de sus medicamentos.

En este sentido, en los últimos años ha tomado fuerza el concepto de paciente empoderado, término que hace referencia a aquella persona preparada, capacitada, empoderada y comprometida con su salud y su tratamiento y con la toma de decisiones en relación a los mismos. Se trata de un paciente activo en lo que se refiere a su salud y que utiliza Internet y otras tecnologías de la información y la comunicación (TICs) para mantener y mejorar su estado de salud. Además, el término no se refiere solamente al propio paciente, sino también a las personas de su entorno.

 

 

Dado que está muy reconocido que la figura del paciente activo o empoderado se relaciona con mejores resultados clínicos, tanto a nivel individual como desde el punto de vista del sistema de salud, en los últimos años se han puesto en marcha programas que pretenden formar a los pacientes en habilidades, técnicas y competencias que les permitan mejorar su nivel de autocuidado y participar activamente en la toma de decisiones que afectan a su salud.

Más allá del evidente beneficio que la implicación del paciente en su salud tiene a nivel individual, no hay que olvidar las consecuencias que también tiene a nivel del sistema sanitario en términos de menor y mejor utilización de los recursos disponibles, lo que sin duda puede contribuir decisivamente a hacer el sistema sostenible. Esto es especialmente relevante en el caso de los pacientes crónicos, teniendo en cuenta que se estima que alrededor del 80% del gasto sanitario corresponde a estos pacientes. Por tanto, conseguir su implicación en la gestión de su salud resulta crítico para la sostenibilidad del sistema.

De hecho, se estima que el empoderamiento del paciente (uno de los recursos menos utilizados del sistema) debe ser una de las partes fundamentales de cualquier reforma de la gestión de las enfermedades crónicas por su contribución a maximizar la eficiencia.

Los profesionales sanitarios estamos a disposición de los pacientes para ayudarles en su empoderamiento en el uso de sus medicamentos, lo cual redunda en una adecuada utilización de los mismos permitiendo conseguir el máximo beneficio posible de los mismos en las mejores condiciones de seguridad.

 

¿Qué hemos aprendido?

  1. Los derechos de los pacientes están reconocidos como uno de los pilares básicos de las relaciones clínico-asistenciales.
  2. El paciente tiene derecho a recibir la mejor prestación farmacéutica posible.
  3. El paciente tiene el deber de responsabilizarse del uso adecuado de las prestaciones ofrecidas por el sistema sanitario, incluidas las prestaciones farmacéuticas.
  4. La figura del paciente empoderado se relaciona con mejores resultados clínicos, tanto a nivel individual como desde el punto de vista del sistema de salud.

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