Curso e-Druida

SABER DE FARMA

Publicidad de los medicamentos

Antonio Solana Altabella

 

Cuando comenzaron a publicitarse los medicamentos a lo largo del siglo XIX y principios del XX, no eran los productos seguros y científicamente probados de hoy en día (la mayoría de las veces…). Se comercializaban desde productos que no tendrían nada que envidiar a los típicos artículos de brujería, hasta productos elaborados por la incipiente industria farmacéutica (por ejemplo, la famosa Aspirina® de Bayer).

En esta época se sintetizaron y purificaron distintos fármacos y drogas que actualmente reconocemos al instante como son la morfina, la aspirina, la heroína, la cocaína, etc. Todos éstos eran comercializados por igual, sin ningún tipo de control, como si fueran coliflores en un mercadillo. Además, eran publicitados sin tener en cuenta en muchos casos, sus efectos reales en la salud de las personas, dando a entender que eran la cura de todos los males.

 

 

En este sentido, la heroína se llegó a anunciar en folletos y revistas de todo el mundo como un derivado de la morfina que a diferencia de ésta no provocaba adicción. La cantidad de estudios para demostrar tal afirmación brillaban por su ausencia. Tras un tiempo, Bayer tuvo que dejar de comercializarla porque (¡sorpresa!) era tremendamente adictiva. La cocaína también se anunció como anestésico bucal, además de incluirse en múltiples bebidas para mejorar el ánimo. La misma Coca-Cola fue en un principio, un medicamento a base de la planta de cola y la planta de coca.

 

                                                                          Anuncios de cocaína para el dolor de dientes en niños y de heroína para la tos infantil (más info)

Como se puede ver en las imágenes, se puede concluir que la publicidad de medicamentos a principios del siglo XX era un descontrol. Esta falta de regulación provocó que distintos gobiernos implantaran leyes y normativas para controlar la venta y publicidad de medicamentos. Es curioso observar como en algunos países está muy restringida la publicidad de los fármacos (España), mientras que en otros se permite la publicidad de casi cualquier tipo de medicamento (EEUU). Un ejemplo claro es el siguiente anuncio de un antidepresivo (duloxetina):

 

 

Se puede observar que, aunque informan de los efectos adversos, el anuncio puede buscar influir en los pacientes con algún tipo de depresión para que se decanten por esa medicación cuando, en principio, el criterio debería ser únicamente clínico. Este anuncio es propio de EEUU o de países de Latinoamérica donde la venta y publicidad de medicamentos es más libre. En España solo se permite el anuncio de medicamentos para tratamiento sintomatológico de alergias, dolor o fiebre. Casi todo el mundo piensa en el anuncio de Frenadol®:

 

 

Ahora un poco de leyes… En España actualmente se regula la publicidad de medicamentos mediante el Real Decreto 1416/1994, de 25 de Junio, por el que se regula la Publicidad de los Medicamentos de Uso Humano (modificado en 2010). Las palabras entre comillas y en cursiva son citas textuales de esta ley.

En ella se especifica, por ejemplo, que un medicamento publicitado no podrá “sugerir que su efecto está asegurado, que carece de efectos secundarios o que es superior o igual al de otro tratamiento u otro medicamento”.  Esto difiere mucho de los anuncios de principio del siglo XX donde los jarabes publicitados eran casi milagrosos y totalmente libres de efectos adversos.

 

 

Aun así, nunca podría publicitarse un antidepresivo porque NO pueden anunciarse los medicamentos “que sólo pueden dispensarse por prescripción facultativa” o “contengan sustancias psicotrópicas o estupefacientes” o sean un “medicamento que forma parte de la prestación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud (Seguridad Social)”. La duloxetina necesita receta médica, es un psicótropo y además está cubierto por la Seguridad Social. Cumple los tres criterios para no poder ser anunciada.

Entonces, ¿qué se puede anunciar? Solo podrían publicitarse las plantas medicinales, suplementos alimenticios y medicamentos no sujetos a prescripción médica que no entren en la Seguridad Social. Aun así hay que tener cuidado con estos últimos porque la ley restringe bastante sus anuncios. En la propaganda de la duloxetina describían síntomas de depresión con el fin de que el receptor se sintiera identificado y presionara al médico para que se lo prescribiera. Esto sería imposible en España ya que está prohibido cualquier anuncio que “pueda inducir, mediante una descripción o representación detallada de la anamnesis (síntomas de la enfermedad), a un falso autodiagnóstico”. Es decir, puede que estemos bajos de ánimo, pero no es lo mismo a ser diagnosticado de depresión por un médico cualificado.

Todo lo que hemos leído nos puede hacer pensar que los medicamentos publicitados en España son poco peligrosos, pero nada está más lejos de la realidad. Hay que tener cuidado con toda la medicación, sobre todo aquella que no tiene prescripción médica porque es el paciente el que decide en última instancia tomarla. 

En conclusión, la publicidad de medicamentos en España está muy restringida, siendo los profesionales sanitarios las personas indicadas para informar sobre ellos.

 

¿Qué hemos aprendido?

  1. Los anuncios de medicamentos en España están legislados para controlar cuáles y cómo pueden ser anunciados.
  2. No se pueden anunciar medicamentos financiados por el Sistema Nacional de Salud, estupefacientes o psicótropos, ni medicamentos que necesiten receta médica.
  3. Se pueden anunciar plantas medicinales, suplementos alimenticios y medicamentos que no necesiten receta médica ni estén financiados por el Estado.

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