Curso e-Druida

SABER DE FARMA

Alteraciones de la función renal y hepática

María Jesús Cuéllar Monreal

 

Como vimos en el tema que hablaba del recorrido del medicamento en el organismo, desde el momento en que un fármaco se absorbe y pasa a la circulación sanguínea, además de acceder a los órganos y tejidos donde va a ejercer su efecto, empieza ya un proceso de eliminación del organismo.

Este proceso de eliminación se produce en dos etapas:

 

  • Una fase de metabolismo, que se produce fundamentalmente en el hígado y que consiste en la transformación del fármaco en otras sustancias, normalmente sin efecto, o muy poco, y que son más fáciles de eliminar.

  • Una fase de excreción de la que se encargan principalmente los riñones y consiste en la expulsión del medicamento de nuestro cuerpo a través de la orina. Otras vías de excreción, aunque en menor medida, son la saliva, las lágrimas, las heces y el sudor.

 

 

En términos generales podemos decir que el hígado y los riñones son los principales órganos encargados de la eliminación de los medicamentos. Dependerá del funcionamiento de estos órganos el que los medicamentos se eliminen a la velocidad adecuada.

En función de esto podemos encontrar tres situaciones:

 

  • Que la eliminación sea correcta: cada medicamento requiere un tiempo para ser metabolizado y eliminado, y de esto dependerá su pauta posológica, es decir, la dosis y cada cuanto tiempo se toma (cada 8h, 24h, cada semana…etc). Si se respeta la pauta establecida no habrá problemas.
  • Que la velocidad de metabolismo y/o eliminación esté aumentada: En este caso por factores genéticos o interacciones con otros fármacos, plantas o alimentos, el metabolismo se acelera, inactivando el fármaco demasiado pronto, o se elimina tan rápido que no le da tiempo a llegar a su órgano diana en la cantidad suficiente como para ejercer todo su efecto.
  • Que la velocidad de metabolismo y/o eliminación esté disminuida: También se puede deber a factores genéticos o a interacciones, pero en este caso la causa más frecuente es un mal funcionamiento del hígado o de los riñones, por enfermedad o por la edad del paciente.

 

En este último caso se acumula el fármaco en nuestro cuerpo, alcanzando concentraciones en sangre por encima de lo normal, que pueden ocasionar más reacciones adversas o incluso favorecer las interacciones con otros medicamentos.

En estas situaciones es muy importante conocer qué capacidad de eliminación tienen el hígado y/o los riñones para ajustar de forma proporcional la dosis y/o el intervalo de administración y evitar así estos efectos. Es decir, se deben realizar ajustes de la pauta de tratamiento de forma individual, según la situación de cada paciente.

 

 

 

Insuficiencia hepática

Es la situación en la que el hígado es incapaz de realizar correctamente sus funciones,  por lo que se ve afectada la depuración de la sangre.

Precisamente por su función de biotransformación y eliminación de sustancias potencialmente tóxicas, el hígado está especialmente expuesto a la toxicidad de estos mismos agentes. Así, esta insuficiencia hepática en muchos casos es consecuencia del daño hepático causado por el alcoholismo, alguna intoxicación o toxicidad por medicamentos. En otros casos se produce por hepatitis víricas o algunas enfermedades (genéticas y autoinmunes).

Respecto a la hepatotoxicidad o enfermedad hepática tóxica inducida por medicamentos, sabemos que son muchos los medicamentos que pueden dañar el hígado, afectando así a su funcionalidad. Algunos de ellos son: paracetamol (si se consume en dosis muy superiores a las recomendadas), ibuprofeno, diclofenaco, naproxeno, algunos fármacos anticonceptivos, metotrexato, estatinas, etc….

Afortunadamente no siempre el daño hepático provoca síntomas (simplemente se detecta por valores elevados de las enzimas hepáticas, o transaminasas, en los análisis). Esto se debe a que el hígado tiene una gran capacidad metabólica, y a que existen otros sistemas de depuración extrahepáticos (riñones, pulmón, etc.). De modo que únicamente en caso de enfermedad hepática más grave, sobre todo en la cirrosis, pueden aparecer síntomas  y problemas con los medicamentos.

Además no todos los medicamentos se comportan del mismo modo. Con algunos el daño hepático es previsible, es un efecto adverso conocido que normalmente está relacionado con la dosis administrada y se produce poco después de tomar el medicamento. En cambio con otros medicamentos, el daño es impredecible, no depende de la dosis (se produce incluso con dosis terapéuticas) y puede aparecer un tiempo después de tomar el medicamento.

 

 

Insuficiencia renal

La insuficiencia renal o fallo renal se produce cuando los riñones no son capaces, entre otras funciones, de filtrar adecuadamente todas las sustancias de desecho, como los medicamentos.

En estos casos se acumularán más los fármacos que se excretan principalmente por la orina, y puede ser más grave con aquellos que llegan sin metabolizar a los riñones.

Por lo tanto, el deterioro de la función renal también puede afectar a la seguridad de los medicamentos y de hecho, es una de las causas de hospitalizaciones debidas a medicamentos.

Ya hemos visto cómo afecta la función renal a la eliminación de los medicamentos. Pero los medicamentos también afectan al riñón, produciendo una toxicidad sobre ellos o nefrotoxicidad.

El uso crónico y a dosis elevadas de algunos fármacos (determinados analgésicos, citostáticos o ciertos antibióticos) se ha relacionado con la nefrotoxicidad. Y en caso de insuficiencia renal hay que tener más precaución con estos fármacos nefrotóxicos, ya que su acumulación puede agravar la toxicidad renal. Es “la pescadilla que se muerde la cola”.

De modo que, en términos generales, se recomienda que la prescripción de cualquier tratamiento a los pacientes con algún grado de insuficiencia renal o hepática se realice con precaución. Para garantizar su seguridad se deben administrar sólo los fármacos estrictamente necesarios, a las dosis e intervalos adecuados (ajustados de forma individual) y durante el tiempo necesario, incluso, en los casos en los que sea posible, medir niveles en sangre de los fármacos.

Esto es especialmente importante en pacientes de edad avanzada, en los que estas alteraciones son más frecuentes (ya que  el deterioro es progresivo con la edad), y toman varios medicamentos para el tratamiento de sus enfermedades crónicas.

Podemos concluir que las alteraciones en la funcionalidad del hígado y los riñones pueden afectar a la eliminación de los fármacos del organismo. De modo que en estos casos se deben ajustar de forma individual los tratamientos, con el objetivo de administrar las cantidades óptimas de fármaco a cada paciente, que proporcionen una adecuada respuesta terapéutica pero sin aumentar el riesgo de toxicidad por acumulación del fármaco o de sus metabolitos. Y todo esto, por supuesto, también es válido para medicamentos que  se compran sin receta, plantas medicinales y suplementos nutritivos.

 

¿Qué hemos aprendido?

  1. El hígado y los riñones son los principales órganos encargados de la eliminación de los medicamentos de nuestro organismo.
  2. En caso de insuficiencia hepática y/o renal, se acumula el fármaco en el cuerpo, alcanzando concentraciones en sangre por encima de lo normal, pudiendo ocasionar más reacciones adversas o incluso favorecer las interacciones con otros medicamentos.
  3. En los pacientes con insuficiencia hepática y/o renal se deben ajustar de forma individual los tratamientos.

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