Curso e-Druida

SABER DE FARMA

Ética y medicamentos

Hugo Ribes Artero

 

El uso de los medicamentos por parte de los profesionales sanitarios tiene que seguir unas normas éticas comunes para todos con el fin de garantizar los derechos de los pacientes. Cuando hablamos de la ética en la utilización de los medicamento, o de otras formas de actividad asistencial, hablamos de BIOÉTICA.         

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua la bioética se define como el “Estudio de los problemas éticos originados por la investigación biológica y sus aplicaciones”. Pero antes de seguir, iremos al comienzo de todo.

 

Un poco de historia…

En 1974 el grupo musical sueco ABBA ganó el Festival de Eurovisión, Alemania arrasaba en el Mundial de Fútbol y la población mundial llegó a los 4.000 millones. Aunque de una manera menos conocida, comenzaba a destacar un concepto nuevo llamado bioética, que cuatro años después sería parte fundamental del “Informe Belmont”, llevado a cabo por el Congreso de EEUU y que supuso un antes y un después en la investigación humana con medicamentos.

Como ya hemos comentado, la bioética se debe aplicar a todo lo que llamamos actividad asistencial (cualquier acción que se aplique con el fin de asistir a una persona enferma) aunque nosotros nos centraremos en la parte farmacéutica.

La bioética rige que siempre se tiene que cumplir con 4 principios fundamentales: autonomía, no-maleficencia, beneficencia y justicia. Estos deben cumplirse siempre, aunque se considera que jerárquicamente la justicia y la no-maleficencia deben estar siempre presentes para que una actuación se considere ética.

 

AUTONOMÍA

Por autonomía se entiende hacer algo libremente siguiendo un plan que hemos decidido nosotros mismos. Es decir, que cuando tomamos un medicamento que nos ha prescrito un médico lo hacemos porque la decisión de tomarlo o no la hemos hecho nosotros sin que nadie no obligue. Es muy importante que cuando vayamos a recibir un medicamento, entendamos qué es y para qué sirve. Por tanto, los profesionales sanitarios tienen la obligación de:

  • Aportar información al paciente             
  • Asegurar la comprensión y la voluntariedad     
  • Potenciar la participación del paciente en la toma de decisiones

 

NO-MALEFICENCIA

La no-maleficencia hace referencia a la obligación de no provocar un daño sobre la persona. En nuestro caso, que el medicamento que nos han recetado no nos empeore la situación en la que estamos. Podemos decir entonces que este principio de la bioética consiste en que el sanitario debe de NO HACER una determinada acción, si es que hacer puede conllevar un daño al paciente.

 

BENEFICENCIA

Si la no-maleficencia consistía en no causar daño, la beneficencia trata de prevenir o eliminar el daño y de hacer el bien. Por tanto, se trata de HACER.

Una vez conocidos los principios de no-maleficencia y beneficencia aparece una aparente contradicción: los efectos secundarios. Los medicamentos, a parte del efecto positivo que tienen sobre un determinado problema en la salud de una persona, pueden ejercer otros efectos que no son positivos. Entonces, ¿si un médico prescribe un medicamento que tiene efectos secundarios está incumpliendo la no-maleficencia? La respuesta es rotunda, NO. En estos casos, lo que se valora para prescribir ese medicamento es el balance beneficio-riesgo. Si el efecto positivo que tiene el fármaco es mayor que el negativo, y en general la salud del paciente va a mejorar, el médico no estará incumpliendo ninguno de los dos principios porque el tratamiento será el indicado. En este mismo sentido, si se prescribe un medicamento del que no se espera ningún efecto positivo, se está incumpliendo con el principio de no-maleficiencia porque pueden aparecer efectos adversos.

 

JUSTICIA              

La justicia sobre el tratamiento con medicamentos se entiende como la garantía de tener acceso a un tratamiento imparcial y adecuado respetando lo que a una persona le corresponde.  Dicho así suena confuso, pero si definimos lo contrario seguro que nos queda más claro el concepto. La injusticia sería la negación a una persona de un bien (en este caso el tratamiento con un medicamento) al cual tiene derecho. 

 

Fácil, ¿no?

Para finalizar, vamos a poner algunos ejemplos para reflexionar sobre ellos y comprobar que poner en práctica estos conceptos no es tan sencillo como puede parecer:

 

Caso 1

Imaginemos un paciente con ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica), enfermedad degenerativa en la que los pacientes van perdido lentamente toda su autonomía y para la que no hay ninguna cura. Este paciente decide que no se le practique nunca una traqueotomía o que se empleen mecanismos de respiración artificial si dejara de respirar debido a su enfermedad. Años más tarde el paciente sufre una recaída y llega al hospital, los médicos ven la voluntad anticipada del paciente y deciden no practicarle la traqueotomía que le podría salvar la vida y finalmente fallece. En este caso, prevalece el principio de autonomía frente al de beneficencia. ¿Deberían haberle salvado la vida pese a su voluntad anticipada?

 

Caso 2

Una persona es encontrada en su casa inconsciente con una nota que expresa su voluntad de suicidarse. Entra en urgencias muy grave. Un familiar informa sobre la nota a los médicos pero pese a ello deciden salvarle la vida, cumpliendo con el principio de beneficencia. Al recuperar la consciencia días más tarde recrimina a los médicos el haberla salvado cuando había expresado claramente que no quería seguir viviendo. Además, le han quedado secuelas del intento de suicidio con las que va a tener que vivir el resto de su vida. En este caso los profesionales sanitarios no han cumplido el principio de autonomía, para poder cumplir el principio de beneficencia. ¿En este caso hubiese sido mejor respetar la voluntad del paciente y dejarle morir?

 

Caso 3

Paciente trasplantado de hígado por haber abusado durante años del alcohol. Una vez trasplantado continua bebiendo y no se toma los medicamentos para evitar el rechazo del nuevo órgano. Al poco tiempo vuelve a necesitar otro trasplante de hígado. Su situación clínica es muy grave. Ha prometido que se tomará las medicinas y que no volverá a beber si recibe un segundo hígado. ¿Crees que sería ético darle un hígado sano que se podría aprovechar para otro paciente que esté en lista de espera? ¿Vale más el principio de justicia que el de beneficencia?

 

Caso 4

Una persona se contagia de una enfermedad muy infecciosa en un país tropical y vuelve a su país de origen. La enfermedad no le produce ningún síntoma y el se siente sano pero puede infectar a otras personas. Se le ofrece un tratamiento pero tiene reacciones adversas y el paciente decide que no se lo va a tomar. Las autoridades sanitarias deciden obligar al paciente a tomarse la medicación para evitar que siga contagiando a gente. ¿Debería haberse respetado el principio de autonomía?

 

 

¿Qué hemos aprendido?

  1. La bioética se puede definir como el estudio de los problemas éticos originados en la investigación y práctica asistencial sanitaria.
  2. Se deben cumplir con 4 principios fundamentales: autonomía, no-maleficiencia, beneficiencia, justicia.
  3. La aplicación de estos principios puede suponer todo un reto para los profesionales sanitarios.

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